Por segundo año consecutivo, los seminaristas y otros jóvenes, junto al rector, el padre Tomás Gallarato y el diácono, Ricardo Blanco, recorrieron las calles de la comunidad y visitaron a cada una de las familias para compartir la fe.
También se llevaron a cabo algunas celebraciones en varios parajes rurales ya que Comandancia Frías es una localidad en el extremo norte de la Provincia del Chaco, en el departamento General Güemes y algunos pobladores viven de la ganadería.
La localidad depende administrativamente del municipio de Fuerte Esperanza, de cuyo centro urbano dista unos 76 km, se encuentra sobre la margen derecha del río Bermejito y lo afectan ocasionalmente las crecidas fluviales.
El paraje es muy importante en su zona ya que es uno de los pocos centros poblados reconocidos del extremo norte del Chaco y así adquieren importancia, en la soledad del paisaje y el vacío pastoral la escuela y los centros de salud que brindan servicio a una vasta zona.
La etnia wichí constituye una porción muy importante de la población del lugar aunque no utilizan el comedor comunitario, ni la capilla.
En el lugar hay una planta potabilizadora y red de distribución de agua no potable; enmarcada dentro del Impenetrable, la zona es extremadamente chata, y la vegetación se presenta como pastizales o bosques leñosos además existen lagunas producto de antiguos cauces del río Bermejo.
Las actividades de la misión comenzaban muy temprano con un momento de oración; y después del desayuno, los misioneros visitaban las casas.
A la tarde continuaban con un momento de formación, de adoración al Santísimo y nuevamente misionaban para finalizar el día con la celebración de una misa en la capilla de la comunidad.
Mediante esta experiencia, los futuros sacerdotes conocieron de cerca las distintas realidades que viven los fieles de la diócesis pobre.
La mayor parte de la población, casi mil habitantes, vive en condiciones precarias, con escasos recursos y alejados de los grandes centros urbanos. Durante el año, la atención pastoral se lleva adelante desde la parroquia San Francisco Solano, de El Sauzalito, a 80 kilómetros, pero no es fluida.
Uno de los seminaristas expresó que "un día de la misión acompañé al padre Tomás a celebrar la misa en El Sauzalito, y en el camino nos encontramos a una abuelita. Nos sorprendió cuando nos contó que venía caminando para la misa; su casa quedaba a más de 5 kilómetros. Su fe es inquebrantable".
Al final de la misión se celebraron bautismos, hecho no tan habitual en la zona dadas las distancias, las dificultades de los caminos y la poca atención pastoral por la falta de sacerdotes.
FUENTE Y FOTOS: Noticias Terra - NA - Periodismo365
