EL PAPA FRANCISCO ADVIERTE SOBRE UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL

El Santo Padre pidió "fuertemente que haya paz", porque "los inocentes siempre pagan el precio". Se mostró molesto por las ansias de poder que empujan a los conflictos.

El Papa Francisco advirtió hoy sobre el peligro de que se desate una tercera guerra mundial, por lo que pidió "detener a los hombres de guerra". "Pido más fuertemente que haya paz en este mundo dominado por traficantes de armas que se benefician de la sangre de mujeres y hombres", añadió el pontífice.

En una entrevista al diario La Repubblica publicado en el inicio de las celebraciones de Semana Santa, Francisco advirtió que el mundo "entrenta una terrible guerra mundial fragmentada". "El mundo debe detener a los hombres de guerra. Porque los inocentes siempre son los que pagan el precio", remarcó.

Señaló que el mundo "enfrenta una terrible guerra mundial fragmentada" y subrayó que "la violencia no es la cura para un mundo destrozado". El papa Francisco advirtió que en la actualidad puede hablarse de una tercera guerra mundial combatida "por partes", azuzada por intereses espurios como la codicia y permitida por una suerte de indiferencia cainita que ya consintió las atrocidades del pasado.

Como hiciera Jesús durante la Última Cena, el Papa le lavó los pies a doce reclusos en una cárcel próxima a Roma y les animó a ayudar a sus compañeros de celda si así lo necesitan porque, apuntó, eso también es "amar".


Serio, y visiblemente emocionado y con un tono de voz creciente, el Pontífice dijo que la guerra es "una locura" alimentada por conceptos como "la avaricia, la intolerancia y la ambición de poder" que a menudo encuentran justificación en la ideología y que lo destruye y lo trastorna todo.

Además criticó la indiferencia instalada en la sociedad, que ilustró con la respuesta con la que Caín negó ante Dios conocer el paradero de su hermano asesinado: "¿A mí qué me importa? Sobre la entrada a este cementerio se alza el lema desvergonzado de la guerra: "¿A mí qué me importa?", recordó.

Una situación que parece estar repitiéndose en la actualidad, momento en el que, según refirió el obispo de Roma, podría decirse que se vive una tercera Guerra Mundial combatida por etapas mediante crímenes, masacres y destrucciones de toda índole.

Este belicismo globalizado se debe a que en la "sombra" de la sociedad convergen lo que denominó como "planificadores del terror", o lo que es lo mismo, "intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder" y una industria armamentística cuyo corazón está "corrompido" por "especular con la guerra". El Papa instó a los fieles "con corazón de hijo, de hermano y de padre", a "llorar", y a reaccionar ante el belicismo y a abandonar la postura de Caín, que tras asesinar a Abel no derramó ninguna lágrima.

Tal y como hiciera san Juan Pablo II en 1992, sus palabras de paz repicaron esta lluviosa mañana en los páramos de dicha región norteña de Italia que hace exactamente un siglo se cuartearon de trincheras convirtiéndose en uno de los frentes más encarnados del conflicto.

El Papa volvió a dar numerosas muestras de sensibilidad por los episodios bélicos que se suceden en el mundo y en sus distintas apariciones públicas no ha dudado en exigir el cese de las armas en zonas como Ucrania, Oriente Medio, Libia, la República Centroafricana y ahora con Siria, y las constantes amenazas de Coreal del Norte, (Rusia está involucrada), y ahora se suma el bombardeo de EEUU a Afganistán.

Pero la primera Guerra Mundial permanece especialmente en su memoria por las "dolorosas historias" que le narró su abuelo, Giovanni Bergoglio, soldado en la batalla de Piave (en este mismo frente) y cuyo historial militar le fue entregado por parte de Roberta Pinotti, ministra de Defensa de Italia. La guerra "sería una locura de la cual la humanidad no ha aprendido la lección".

En la misma línea, concluido el rezo del Papa, cuando finalizó el lavado de los pies a doce reos. El Papa reiteró su llamada a la paz, y aseguró que la guerra es una locura de la cual la humanidad aún no ha aprendido la lección.

El Pontífice se trasladó ayer Jueves Santo a la cárcel de Paliano, en provincia de Frosinone, única penitenciaría de Italia reservada a los colaboradores de la Justicia y que, en la actualidad, cuenta con 70 reclusos.

Ante ellos Francisco explicó que el lavado de pies no es "folclore" sino una tarea que los esclavos realizaban antiguamente cuando llegaba alguien a casa para limpiar el polvo de sus zapatos, pero que Jesús lo hizo con la voluntad de "sembrar amor", reiteró en varias oportunidades.

"Él, que era el jefe, que era Dios, lavó los pies a sus discípulos. Esto lo hacían los esclavos. Jesús dio la vuelta a esto y lo hizo Él. Había venido al mundo para servir, para servirnos, para hacerse esclavo por nosotros, para dar la vida por nosotros, para amarnos hasta el final", señaló el Papa.

Francisco recordó que el papa, como representante de Cristo, está llamado a ser el primero en "servir, a sembrar el amor" en el mundo entero.

FUENTE Y FOTOS: El Cronista - El Tribuno

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