Todos a los colchones: el FMI apoya, pero dice que no hay plata y Milei busca alternativas.
Se enfrían las chances de que el organismo, envuelto en un debate interno sobre el caso argentino, envíe fondos frescos en el corto plazo. Las advertencias de Rodrigo Valdés, funcionario del Fondo, y la esperanza del Gobierno.
El Gobierno busca que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ponga sobre la mesa todo o buena parte de los u$s15.000 millones que, dice, le faltan para abrir el cepo cambiario. La visita del director para el Hemisferio Occidental del organismo, el chileno Rodrigo Valdés, ratificó el apoyo político decidido del Fondo -y de los Estados Unidos en particular- al presidente Javier Milei. También dejó en claro que ese alineamiento no sería suficiente para obtener el desembolso extra.
Valdés llegó el país invitado por el Foro Económico Internacional de las Américas (IEFA, por sus siglas en inglés), un sello empresario que, además, escuchó a Milei y lo rodeó de los apoyos al rumbo económico de Alejandro Bulgheroni, número 1 de PAE, y José Luis Manzano, con inversiones en petróleo y gas y en litio. El ejecutivo chileno insistió con la línea comunicacional que mantiene el Fondo en sus últimas intervenciones. En inglés, en el Four Seasons de Retiro, dijo que el FMI refuerza su compromiso con las autoridades, que implementan “decididamente un plan de estabilización”. Celebró las reformas pro mercado que impulsan Milei y el ministro Luis Caputo y el compromiso fiscalista del Ejecutivo. También pasó el mensaje sobre la profundidad del ajuste y quiénes pagan los costos. “Es muy importante continuar mejorando la calidad del ajuste fiscal. Y sobrayo calidad, no cantidad”, afirmó. En su visita al país, la número 2 del FMI, Gita Gopinath, había advertido sobre el excesivo peso de la carga en las clases trabajadoras.
Pero, una frase de Valdés pasó relativamente desapercibida: “Los controles cambiarios deben ser calibrados de forma muy cuidadosa”, dijo. Traducido: no puede abrirse el cepo a cualquier costo. El domingo pasado, en una entrevista con Luis Majul, el ministro de Economía reiteró que abriría el cepo si recibe fondos extras. “No decimos que es imposible salir del cepo hoy, sino que es un riesgo que no queremos correr”, dijo Caputo. “Hay que recomponer el balance del Banco Central, con este proceso de compra de dólares y esterilización. La otra opción es llegar a un acuerdo para que entren fondos para capitalizar el Banco Central”, añadió.
La posibilidad de que el FMI ponga fondos adicionales para levantar el cepo parece, hoy, lejana, según reconstruyó Cenital de distintas fuentes con acceso a esas conversaciones que el Gobierno y el Fondo mantienen en reserva. “Es improbable, pero no imposible” apuntó un conocedor de esa rosca entre Buenos Aires y Washington. “Hay apoyo de Estados Unidos, pero dudo que eso se convierta en más fondos”, añadió otro. “Aún es prematuro discutir las modalidades precisas del programa”, dijeron fuentes oficiales del FMI, tras las reuniones de Valdés con Milei, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili.
Hay quienes interpretan que Milei y Caputo presionan públicamente al FMI para que conviertan ese apoyo político fuerte -apalancado, sobre todo, por Estados Unidos- en fondos frescos. El prestamista de última instancia sería el único que hoy podría aportar la cantidad de billetes que se necesitan para salir del cepo sin gradualismo.
Pero la ecuación no es fácil. Primero, porque el FMI ya está muy expuesto a un país que le debe u$S 44.000 millones, o el 1000% de su cuota. Segundo, porque el propio Fondo se pregunta, en conversaciones reservadas, sobre la viabilidad política y social del programa económico. Tercero, por la dinámica geopolítica, de la que el organismo no es ajeno.
En distintas reuniones con economistas y referentes políticos y sociales, el FMI exploró las resistencias que existen al plan de Milei y Caputo. Una de ellas es, decididamente, política: el nuevo programa debería pasar por el Congreso, donde el Gobierno tendría que construir una mayoría difícil de alcanzar. Otra es, más bien, económica. El Gobierno celebra que recompuso el balance del Banco Central a fuerza de licuación de ahorros y compra de dólares. Pero los U$S 11.376 millones que compró en el año (U$S 2.884 millones en marzo) equivalen al aumento de la deuda con importadores, que sumó unos U$S 10.000 millones, por el nuevo esquema de acceso al mercado de cambios en cuatro cuotas. Esa deuda se generó, incluso, con una fuerte baja en las cantidades compradas, por la recesión y la mejora en la balanza energética.
La liquidación de la cosecha gruesa, temporada alta de ingreso de divisas, permitiría descomprimir esos pagos, pero seguir sumando reservas mientras se paga a los importadores con un tipo de cambio apreciándose a pasos acelerados no le cierra al FMI. Por eso, sostiene que el dólar debería empezar a correr al ritmo de la inflación, lo que atentaría contra la precaria desaceleración del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que logró el Ejecutivo.
La geopolítica también hace su juego. Gopinath -hoy al comando de la relación con el país- encarna el fuerte apoyo del Tesoro de los Estados Unidos a Milei. La foto del presidente con Donald Trump separa a los analistas. Hay quienes sostienen que Biden le pasará factura a Milei por su relación con Trump. Otros creen que el apoyo al ajuste que realiza el Gobierno es común entre demócratas y republicanos. De todos modos, la Argentina debería conseguir votos en el directorio del FMI que acompañen al 17% de acciones que tiene Estados Unidos. En tensión permanente con China, y con algunos países europeos, como Alemania, siempre reticentes a abrir la billetera, la cancha no está muy rápida.
La consultora 1816 estima que el Gobierno no podría abrir el cepo antes del tercer o cuarto trimestre. Eco Go sostiene que, con suerte o con apoyo de un Trump ganador, quedará para 2025. El Gobierno quiere que sea antes. El FMI no luce muy convencido.
FUENTE Y FOTOS: Cenital