El pasado 18 de diciembre, alrededor de mediodía (hora local), el asteroide en cuestión se desplomó a 32 kilómetros por segundo (72.000 millas por hora) contra la Tierra, y estalló a 16 millas de la superficie con una potencia de 173 kilotones.
La devastadora explosión pasó sin embargo desapercibida porque tuvo lugar sobre el mar de Bering, cerca de la península rusa de Kamchatka, frente a Alaska y en las inmediaciones del círculo polar ártico, según informa la radiotelevisión pública británica (BBC, en inglés).
Por su potencia, es el segundo incidente más importante de los últimos 30 años, tras la bola de fuego que cayó en Chelyabinsk (Rusia) el 15 de febrero de 2013.
Según Lindley Johnson, científico de la NASA, una bola de fuego de este tamaño sólo debería caer a la tierra dos o tres veces cada 100 años. “En nuestra defensa”, explicó, tenemos que “hay mucho agua en nuestro planeta”, es decir, que es más probable que una roca así caiga sobre el océano y no en una zona habitada.
En 2005, el Congreso encargó a la NASA que localizara los asteroides cerca de la Tierra de más de 460 pies de longitud; pretendía conocer así al menos el 90% antes de 2020 de estos “problemas sin pasaporte”, puesto que su caída podría provocar catástrofes planetarias.Some colour views of the #meteor that flew over the North Pacific in December 2018, taken by Japan's #Himawari satellite.— Simon Proud (@simon_sat) 18 de marzo de 2019
The meteor is really clear here - bright orange fireball against the blue + white background!
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FUENTE Y FOTOS: NASA - BBC - Telemundo